No conviene que esté solo

Autor: Padre Alejandro Cortés González-Báez 

 

 

Oye mami: Si los papás no se pelean con sus hermanos, ni dicen mentiras, ni desobedecen. ¿De qué se confiesan? Este fue un cuestionamiento de una
pequeñita a su mamá según me lo contó la misma señora. ¡Bendita inocencia! Y bendita confianza que permite a un niño tener quien le resuelva sus dudas.
Cuánta sabiduría divina encontramos en aquel texto del Génesis cuando al crear Dios al hombre afirma:
“no conviene que esté solo” y es que la soledad es una de las peores realidades que puede enfrentar el ser humano.


La “compañía” de seres iguales, es decir de personas humanas, supera de forma incomparable esa otra “compañía” con animales -mascotas- con los cuales
algunos intentan superar su soledad, y cuando “platican” con sus animales, lo único que están demostrando es su necesidad de trasmitir lo que llevan dentro, como son la necesidad de dar y recibir cariño y el hambre de atención y comprensión que todos tenemos. Pero ya en los textos arriba citados se dice que el primer hombre, al ver a su mujer, afirmó: “ésta sí es carne de mi carne y hueso
de mis huesos”, en definitiva: otro yo. 

 

Ya que estamos metidos en las Sagradas Escrituras, vale la pena buscar qué es lo que se dice en ellas acerca de la dignidad del ser humano y de la diferenciación de sexos, pues con ello tendremos una visión que viene a enriquecer las aportaciones de ciencias como la Filosofía, la Medicina, la Psicología y la Sociología. Así pues, siguiendo de la mano de Juan Pablo II en su Carta Apostólica
“Mulieris Dignitatem” resulta evidente la igualdad en la naturaleza humana, independientemente del sexo, pues “creó Dios al ser humano a imagen suya, a
imagen de Dios los creó, macho y hembra los creó (Gen. 1,27). 


Janne Haaland, quien representara a la Santa Sede en la Cuarta Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre la Mujer en Pekín (1995) y quien había ocupado la Secretaría de Estado de Asuntos Exteriores en Noruega, dice en su libro “El tiempo de las mujeres” que “Hubo un tiempo en que yo pensaba que la
igualdad entre hombres y mujeres estaba relacionada con tener los mismos niveles de instrucción y que, por tanto, las discriminaciones no debían existir.


Sin embargo, mi experiencia profesional me ha hecho sensible a los sutiles e imperceptibles modos en que las mujeres tienen que demostrarse a sí mismas sus capacidades más allá del ámbito profesional; me ha hecho entender que las mujeres deben tener mucho coraje para defender que su condición de madres no
es un obstáculo para ejercer su profesión; y que también han de tener valor para ser ellas mismas, en vez de imitar los comportamientos masculinos. Desde
una perspectiva psicológica, hay una afirmación esencial: cuando una persona no tiene libertad para ser ella misma, se convierte en una persona débil”.

 

En el número 10 de la Mulieris Dignitatem, Juan Pablo II insiste: “En nuestro tiempo la cuestión de los derechos de la mujer ha adquirido un nuevo significado en el vasto contexto de los derechos de la persona humana. (...) Por tanto, también la justa oposición de la mujer frente a lo que expresan las palabras bíblicas “el te dominará” (Gén 3, 16) no debe, de ninguna manera, conducir a la
“masculinización” de las mujeres. La mujer -en nombre de la liberación del “dominio” del hombre- no debe tratar de apropiarse de las características
masculinas, en contra de su propia “originalidad” femenina. Existe el fundado temor de que por este camino la mujer no llegará a “realizarse” y podría,
en cambio, deformar y perder lo que constituye su riqueza esencial. Se trata de una riqueza enorme. En la descripción bíblica la exclamación del primer
hombre, al ver la mujer que ha sido creada, es una exclamación de admiración y de encanto, que abarca toda la historia del hombre sobre la tierra”.

 

En el estudio del ser humano, como en cualquier otro tema de importancia, es fundamental ir a las raíces.
Es especialmente importante atender la diversidad de los sexos, antes de atender niveles como la igualdad de oportunidades en el ámbito laboral y el de las
relaciones interpersonales -donde desafortunadamente nos encontramos las faltas de entendimiento y de respeto entre hombres y mujeres- y una vez que
hayamos profundizado en lo básico podremos aterrizar en los aspectos prácticos que se derivan de ello. De lo contrario nunca nos pondremos de acuerdo.