Ideas vacías, e ideas falsas

Autor: Padre Alejandro Cortés González-Báez 

 

 

En alguna ocasión me tocó encargarme de coordinar la entrada a un templo al que acudía una interminable cantidad de gente, desde recién nacidos en brazos de sus madres hasta ancianos, lo cual, como todos sabemos puede llegar a ser muy peligroso. Afortunadamente conseguí colocarme en un punto estratégico desde donde, en alto, podía ver lo que sucedía dentro y fuera de aquel recinto. Los de afuera querían entrar, pero los de adentro no quería abandonar su lugar, por lo que por principio, era necesario ejercitar la paciencia. No todos estaban convencidos de que mis indicaciones eran las mejores -entre otras cosas porque no tenían la visión de la jugada de la que yo disfrutaba-. Así pues, recibí una que otra muestra de disconformidad, en diversos tonos de voz, acompañadas de sus respectivas sugerencias para manejar aquello de manera distinta; hasta que perdí la paciencia y respondiendo a uno de ellos le dije: “Mira, aquí todos tenemos ideas brillantes, pero hace falta que alguien organice esto y hoy me tocó a mí. ¿OK?”.

Ideas, ideas... ideas humildes... grandes ideas; ideas acertadas e ideas erróneas; ideas buenas y malas ideas; ideas prudentes e imprudentes. No es raro que las famosas lluvias de ideas suelan acabar en huracanes. Lo que sobran son ideas y lo que falta es que alguien las ponga en práctica. 

Platón hablaba de su famoso “mundo de las ideas” como si “ese” fuera el mundo real. Tal parece que Platón estaba en el error; pero tampoco debemos olvidar que las ideas son las que mueven al mundo. De todas maneras es importante saber descubrir la verdad en un universo de ideas que solemos aceptar sin masticarlas, sin degustarlas, sin olfatearlas y así, crudas -como nos las ofrecen- nos las tragamos.

Por si fuera poco, está el mundo del lenguaje a través del cual expresamos nuestros conceptos y, donde, gracias al ingenio humano, podemos jugar con él de forma que terminamos diciendo exactamente lo contrario de lo que hemos dicho. Un claro ejemplo de ello nos lo hace ver el Dr. Francisco Páez al afirmar que “cuando escuchamos la frase ‘sexo seguro’ de lo único que podemos estar verdaderamente seguros, es que hay sexo”. ¿Se fijan cómo se maneja el concepto de ‘seguridad’ como si fuera sinónimo de ‘un cierto grado de probabilidad’. ¡Cuidado!

Me da la impresión de que nunca había habido tanta irresponsabilidad en la paternidad, hasta que se comenzó a hablar de ‘paternidad responsable’. Hablando de otros asuntos fíjense cómo los ‘amigos con derechos’ suelen terminar sin derechos y sin amigos, y cuando los padres pretenden que a sus hijos “no les falte nada” con frecuencia les falta todo... empezando por la educación familiar y la autoridad tan necesaria en todo proceso educativo.

En otro ámbito, está comprobado que un cierto porcentaje de los llamados ‘anticonceptivos’ no son tales, sino que son ‘anti-implantativos’. La diferencia es enorme en la realidad, pero muchos han preferido no pensar en ello, pues resultaría muy duro tener que enfrentar los reclamos de la conciencia por parte de los usuarios, y las pérdidas económicas, por parte de los fabricantes y sus comercializadores.

Otro claro ejemplo de esas ideas que van vaciando la vida de millones de personas es que ‘felicidad’ es igual a ‘diversión’ y así hay muchos que si no viven disfrutando, se llenan de frustración y se sienten fracasados. Ésta idea no la inventaron los niños sino los adultos; aunque a los pequeños les ha resultado muy convincente y muy lucrativa. Además, uno de los problemas más serios con los niños berrinchudos es que algún día terminarán siendo jefes o esposos, y ya no tendrán que soportarlos sus papás, sino la sociedad.

Y lo peor de todo es que a diario escuchamos de gente a la que la inmadurez le escurre hasta dejar charcos, que “esa es su forma de pensar” cuando sus dendritas todavía están sin estrenar. (Nota: Entiéndase por dendritas las terminaciones nerviosas de las neuronas por las que se intercomunican entre ellas para el correcto funcionamiento del cerebro). ¡No hombre! ¡Así no se puede! Yo ya estoy pensando en mudarme a Júpiter pues, según parece, ahí sí hay gente que tiene muy buenas ideas.