Un poco intransigente o “intransigénico”

Autor: Padre Alejandro Cortés González-Báez  

 

¿Cuántas veces habremos escuchado que irónicamente se hace referencia a las mujeres “poco embarazadas”, para subrayar que hay realidades que no admiten un más o un menos, pues simplemente son o no son?

Federico Müggenburg afirma en un artículo titulado “La dictadura del relativismo” que se ha puesto de moda hablar de lo “políticamente correcto” como de un acierto de consenso social, y en sentido contrario, de lo “políticamente incorrecto” como de un desacierto socialmente condenable. Los autores de esta división están ubicados entre los promotores de la nueva dictadura del relativismo, quienes categóricamente afirman: “No hay principios de valor universal, ni existe doctrina alguna con validez vinculante en la sociedad, eso corresponde a una época superada, en la que, a causa de la ignorancia, imperaba el dogmatismo, la intransigencia y la falta de libertad”.

Está claro que hay muchas costumbres en las formas de vivir que, no siendo contrarias a la naturaleza del ser humano, no sólo pueden cambiar, sino que cambian de hecho sin que nadie pueda impedirlo. Aquí entran en juego, también, los avances de las ciencias y la técnica junto con el ingenio y el sano uso de la libertad.

Veamos si no resulta absurdo, que de acuerdo al relativismo, los padres sean más o menos los progenitores de sus hijos, que los esposos estén más o menos casados, que los gobernantes y las leyes deban ser más o menos obedecidos por los gobernados, que el ser humano sea más o menos eso, y sus derechos sean más o menos los mismos de los animales.

Que el sexo de una persona pueda ser alterado mediante el cuento de la perspectiva del género es uno de tantos ejemplos del relativismo que caracteriza a nuestra época. (Nota: Por atreverme a afirmar esto no sé si seré tachado de intransigente o de “intransigénico”, pero viniendo de quien venga, daría lo mismo, pues eso también sería relativo. Por lo tanto, ¿qué más da?).

Si alguien se mete a casa de un relativista y le roba la televisión o las joyas, lo más probable es que olvidando su relativismo, asegure -de la manera más rotunda- que eso es un delito que deberá castigarse. Personalmente soy testigo de más de un caso de este estilo.

Si se analizan con detalle las argumentaciones, del relativismo, es fácil advertir -como explica Peter Kreeft- que casi todas suelen refutarse a sí mismas:

-La verdad no es universal (¿excepto ésta?).

-Nadie puede conocer la verdad" (salvo usted, por lo que parece).

-Todas las generalizaciones son falsas (¿ésta también?).

-No debes ser dogmático (con esta misma afirmación estás demostrando tu dogmatismo).

-No hay absolutos (¿absolutamente?), etc.