Proyecto de vida

Autor: Padre Alejandro Cortés González-Báez  

 

 

Con frecuencia escuchamos frases que nos animan a no mirar para atrás en nuestras vidas, pues algunos piensan que lo importante es lo que está por venir, y no lo que dejamos en el pasado. Este argumento tiene algo de cierto. Pero no revisar lo que hemos hecho es peligroso, pues puede ser una manifestación de cobardía, de superficialidad o de soberbia.

Hacer examen es importante, pues reconocer nuestros logros y errores nos pone en condiciones de pedir perdón -cuando haga falta- y replantearnos una lucha más objetiva.

Partamos de la base de que nadie tiene derecho a renunciar a ser mejor. Todos corremos el riesgo de gastar nuestras vidas en realidades buenas, pero que están lejos de ser la meta a la que debemos aspirar, pues siempre queda abierto un espacio reservado a la mediocridad y, por otra parte, a todos nos acecha el peligro de actuar como gallinas descabezadas corriendo muy aprisa, pero sin rumbo definido.

Para quienes tienen fe en una proyección trascendental de nuestro paso por este mundo, se mantiene encendida una luz que permite ver nuestra vida como una “oportunidad”. Curiosamente esa oportunidad es lo que termina dando sentido a todo lo que hacemos y nos ofrece la ocasión de alcanzar una vida que comienza cuando ésta acaba.

En todo esto el libre albedrío juega un papel fundamental que lo dimensiona hasta el infinito. No se queda en una libertad vacía, sin compromisos, sino en una libertad que se abre a responsabilidades por las que vale la pena gastarse. Por el contrario, el mal uso de la libertad nos empobrece.

Dicha posibilidad suele enfrentarse, entre otros obstáculos, a una cultura del bienestar que nos vacía, pues nos invita a vivir para gozar de unos bienes que, tarde o temprano, se esfuman. No es lo mismo vivir gozando, que vivir para gozar.

Todos estamos condicionados por nuestra forma de existir en cuanto seres humanos, supeditados, por lo mismo, a las leyes físicas, químicas y biológicas. Pero no debemos perder de vista que también hemos de actuar conforme a las leyes morales o éticas. Así nuestra conducta es “ecológica” cada vez que nos comportamos de acuerdo a nuestra naturaleza.

Otro peligro para todo esto se ubica en nuestra soberbia, cuando por el sentimiento de autosuficiencia nos aislamos de los demás, como náufragos en un pequeño trozo de tierra en medio del océano, donde podemos vivir y morir solos.

Aquí bien cabe lo que una señora me envió y que venía titulado como: Lema de las mujeres poderosas, pero que también es aplicable a los hombres. El texto dice así: Vive tu vida de tal manera, que cuando tus pies toquen el suelo cada mañana, el diablo se estremezca y diga: ¡En la torre...! ¡Ya se levantó!