La Conciencia y la Moral

Autor: Padre Alejandro Cortés González-Báez  

 

 

Una norma fundamental para el ser humano es actuar de acuerdo a lo que su conciencia le dicta. Sin embargo, los grandes problemas morales que tanto dañan a las personas y a la sociedad, se producen a pesar de que todos, incluyendo a los delincuentes, actuamos normalmente obedeciendo a nuestras conciencias; lo cual nos llevaría a concluir que este principio no es del todo confiable. Lo primero que debemos considerar es que todo acto humano tiene repercusiones morales.

Hay personas cuya zona de cobertura ética es bastante limitada, a pesar de ser gente muy preparada en otros temas. Entre ellas podemos encontrar a formadores de la opinión pública, que se sienten “arraigadas” por un moralismo al que consideran opresor. Son quienes se auto-definen como personas de criterio amplio.

En la actualidad se pretende sustituir a la Moral por la Psicología, dado que la Moral nos reclama la adecuación o inadecuación de nuestros pensamientos y actos desde el punto de vista del bien y el mal. En cambio, muchas veces lo que pretende la Psicología es simplemente eliminar los sentimientos de culpabilidad.

En la formación de las conciencias es necesario, entre otras cosas, animar a la gente a hacer un sincero examen de conciencia buscando los motivos reales de sus actos y enseñando que la calificación de ellos se mide por el objeto moral, el fin y las circunstancias.

También es importante enseñar a los jóvenes a desplumar las ideas para distinguir lo esencial de lo superficial. Sobre todo en un tiempo, como el que nos ha tocado vivir, que puede definirse como una época de imágenes y de sensaciones, pero no de pensamiento.

¿Cómo pretender que la gente haga caso a lo que la conciencia les dice, cuando el ruido al que estamos acostumbrados no les permite escucharla? Ahora bien, no basta oír a la propia conciencia, si ésta no ha sido previamente formada. Así pues, sería tan inútil como una pistola sin balas.

No son pocos los que han deformado sus conciencias, pues como bien lo dice un adagio: “si no vives como piensas terminarás pensando como vives”. Cuando lo que se pretende es vivir más cómodamente es fácil acudir a un recurso barato: descomponer los principios éticos para fabricarse una moral laxa.

Mi experiencia personal es que, mucha gente se sorprende cuando asisten a este tipo de formación y descubren la superficialidad en la que han estado viviendo, tomando decisiones sin pensar en la repercusión moral que tienen sus obras más comunes.

Y es que el ser humano no sólo se puede definir como animal racional, sino también como animal moral. Cuando el hombre se porta respetando su naturaleza, se porta bien, y cuando la contradice, se porta mal. La Moral es, pues, algo objetivo. Pero esto no lo acepta el subjetivismo que ha curtido nuestra época. Por eso estamos como estamos.