Buenos Sacerdotes

Autor: Padre Alejandro Cortés González-Báez  

 

 

Esta semana, como ya es costumbre, se celebró el día del socorrista. Da gusto encontrar a paramédicos, rescatistas, bomberos, miembros de protección civil, operadores de ambulancias, expertos en atención de desastres y otras especialidades, de muy diferentes instituciones, reunidos para convivir y ser justamente reconocidos por su desempeño en tareas que exigen mucho conocimiento, prudencia y valor, junto con una voluntad permanente de servicio.

La experiencia demuestra que en nuestro tiempo es más difícil conseguir voluntarios para estas labores que en épocas pasadas. La razón es muy simple: El egoísmo, que en ocasiones tiene relación con la disminución del número de hijos por familia; el trato bonachón de los padres a sus hijos, y la falta de exigencia en virtudes encaminadas a pensar en los demás. Todos quieren recibir sin tener que dar. Esto queda de manifiesto cuando, poco después de casarse se divorcian, pues el matrimonio es una vocación de servicio y muchos no están preparados para ello.

Con las vocaciones sacerdotales sucede otro tanto. No es que el matrimonio o el sacerdocio estén en crisis…; es el ser humano el que está en crisis. El matrimonio y el sacerdocio exigen las mismas virtudes.

Si se trata de convencer a los jóvenes para que aspiren al sacerdocio ofreciéndoles un tipo de vida segura y bien remunerada, como estudios en seminarios que tengan buenas instalaciones académicas y deportivas y cuartos individuales, sería tratar de engañarlos, y tarde o temprano terminarían abandonando la llamada de Dios.

A todos nos conviene que haya buenos sacerdotes, por lo cual copio esta oración.

Oración por los sacerdotes

Oh Dios eterno y omnipotente, mira al rostro de tu Cristo, y por amor a Él, que es el Sumo y Eterno Sacerdote, ten piedad de tus sacerdotes. Recuerda, Dios misericordioso, que no son sino unos seres humanos débiles y frágiles. Renueva en ellos la gracia que han recibido por la imposición de las manos del obispo. Guárdalos cerca de Ti para que el enemigo no prevalezca contra ellos; a fin de que nunca hagan nada que desdiga en punto alguno de su sublime vocación.

Oh Jesús, a Ti ruego por tus sacerdotes fieles y fervorosos; por tus sacerdotes infieles y tibios; por tus sacerdotes que laboran en casa o fuera, en campos de misión; por tus sacerdotes jóvenes y mayores; por tus sacerdotes moribundos; por las almas de tus sacerdotes en el purgatorio.

Pero sobre todo te encomiendo a los sacerdotes que me son más queridos: Al sacerdote que me bautizó; a los sacerdotes que me absolvieron de mis pecados; a los sacerdotes a cuyas Misas asistí, que me dieron Tu Cuerpo y Tu Sangre en la Sagrada Comunión ; a los sacerdotes que me enseñaron y me instruyeron o me animaron y me ayudaron; a los sacerdotes a quienes debo algo en cualquier otro modo. Especialmente...

Oh Jesús, guárdalos a todos cerca de Tu Corazón y bendícelos copiosamente, así en el tiempo como en la eternidad. Amén.