Ese ser llamado hombre

Autor: Padre Alejandro Cortés González-Báez  

 

 

Redden y Ryan en su “Filosofía de la educación" afirman que gran parte de la confusión que hoy preside el pensamiento de muchos educadores es consecuencia de una mala interpretación acerca de la naturaleza humana.

El hombre es un ser ético que combina en sí los elementos del mundo mineral y vegetal, que comparte la sensibilidad con los animales, pero que, no obstante, está dotado de alma espiritual. Para comprenderlo requerimos de la Antropología.

Conviene aclarar que la calificación ética del comportamiento racional y libre del ser humano está determinada por la adecuación o inadecuación de su comportamiento a su naturaleza. Es decir, el hombre se porta bien cuando se comporta como hombre. La Antropología, por lo tanto, no estudia al hombre como un nuevo animal, sino que reconoce en él a un ser muy superior, formado por materia y espíritu, como elementos unidos, aunque en esencia distintos entre sí, formando substancialmente, a cada persona.

Dada la riqueza de aspectos que comprenden nuestra naturaleza se corre el riesgo, como de hecho ha sucedido, de fijarnos en uno solo de esos componentes, tomándolo como si fuera el elemento definitorio o esencial.

1. El hombre es un ser viviente, compuesto de materia y espíritu (cuerpo y alma).

2. El alma es superior al cuerpo por su inteligencia racional y su voluntad libre, y se une a él dándole la vida. Tal unión es esencial, de manera que el alma y el cuerpo constituyen un solo ser individual o "persona".

3. El hombre es un ser social, y sin las relaciones con los demás no puede ni vivir sanamente, ni desarrollar con perfección sus cualidades.

4. Todos y cada uno de los hombres somos seres contingentes, es decir: no necesarios, por lo que se deduce que hemos recibido la existencia de otro ser con capacidad de crear.

5. Todo lo que hay en la tierra se ordena al hombre como centro y cima, como señor de todas las criaturas de la tierra, para alcanzar una felicidad plena que no puede conseguirse en esta vida.

6. El alma humana, propia de cada uno, es inmortal y creada inmediatamente por Dios de la nada.

7. Por el pecado original cayó de su primitiva grandeza. Así se explican el dolor y la angustia de la vida presente.

8. La dignidad del hombre es intocable. De ahí nacen los derechos y deberes humanos, y por ella se comprenden la igualdad y la fraternidad por encima de toda razón de sexo, raza, cultura, condición socioeconómica y demás.

9. El hombre redimido por Jesucristo, está destinado a un fin supremo: "la felicidad", es decir la posesión eterna de Dios en la otra vida, y depende de su adecuación a la ley divino-natural la consecución de ese destino.

En definitiva, formar al ser humano de acuerdo a este esquema enriquece cualquier programa educativo. Y por el contrario, cuando no se acepta, se limita al hombre... y se le empobrece.