Incoherencias

Autor: Padre Alejandro Cortés González-Báez  

 

 

Al analizar con calma tu carta abierta dirigida a los obispos de la Iglesia Católica, no me extrañé de tu postura controvertida, pues ésta es ya conocida a nivel mundial desde hace mucho tiempo. Pero para ser sincero, puedo decir que me decepcionaste pues esperaba una argumentación más sólida y estructurada dada tu fama de hombre inteligente y estudioso. (Permíteme que en mi papel de sacerdote te hable de tú).

Según dices, entiendes tu labor de teólogo como un servicio a la Iglesia, y creo que tu intención pueda ser buena, aunque no concuerdo en que defiendas posturas doctrinales que contradicen a las enseñanzas del magisterio multisecular en algunos puntos que son básicos, como lo es el Primado del Romano Pontífice, de acuerdo a lo que declaró solemnemente el Concilio Vaticano I.

Por otra parte, te constituyes portavoz de millones de católicos del mundo entero cuando expones tus teorías, lo cual me parece sumamente aventurado.

Te apoyas en el Concilio Vaticano II para criticar la actuación del Papa Benedicto XVI, y aquí vale la pena preguntarte: ¿A cuál de los dos Concilios Vaticanos Segundos te refieres? ¿Al que está en los documentos emanados por los padres conciliares, o al que una buena cantidad de “teólogos” voceados por periodistas, escribieron haciendo decir al primero cosas que no dijo?

Criticas lo que consideras una postura ecuménica equivocada del Papa pero haciendo afirmaciones falsas, como que se rehúsa a poner en vigor el acercamiento con la Iglesia Anglicana, cuando gracias a su actitud han sido muy numerosas las conversiones hacia la Iglesia Católica al mantener inalterada su doctrina. También es falso que haya recibido a los tradicionalistas de la sociedad de Pío X sin ponerles condiciones.

Abrir la posibilidad de celebrar la Misa Tridentina es algo que no afecta en lo más mínimo a la vida de los católicos. A nadie le hace daño, de la misma forma que se puede asistir a la Misa celebrada en ritos orientales como, por ejemplo, el Maronita.

Vuelves a defender tu postura conciliarista que pone la autoridad de los concilios por encima de la autoridad del Papa –lo cual va en contra del institución de Jesús nombrando a Pedro como piedra fundamental de su Iglesia (Mt. XVI, 18)- y te olvidas que el decreto Concilio de Constanza convocado por el emperador Segismundo de Alemania y Juan XXII (1414-1418) -al cual acudes como autoridad- no fue promulgado por el Papa, lo cual es requisito indispensable para que los documentos conciliares tengan valor.

Algo anda mal en la coherencia de tu escrito cuando dices: “No es mi intención bosquejar un programa de “reforma” para la Iglesia”. Sin embargo, más adelante invitas a los obispos diciéndoles que: “envíen llamadas a la reforma” (No. 1 de tu texto). Más adelante arengas a “Emprender la reforma” (No. 2). En otro renglón afirmas: “convocar un concilio para la obtención de una reforma litúrgica” (No. 6). Por si fuera poco, en el mismo número dices: “para solucionar los problemas dramáticamente intensos que ameritan una reforma”. ¿Por fin, mi querido Hans, ¿quieres, o no quieres reforma? Sobre el tema del celibato sacerdotal me extraña que afirmes que “es un legado de la Edad Media”. ¡Por favor mi querido Hans! Te invito a que leas mi artículo: “Que se casen los curas” en mi página www.padrealejandro.com.

En lo que sí estoy completamente de acuerdo con el Papa Benedicto XVI, y contigo, es que se ha de proceder con mucho más severidad en lo tocante a los delitos de pederastia cometido por clérigos.

Si lo que pretendes es una Iglesia que no tenga como cabeza al Papa, que tenga sacerdotes casados, que no se distinga de la Anglicana, ni de otras confesiones, entonces, lo que quieres es una iglesia democrática y ambivalente, que no es la Católica. Otro asunto; te despides con un “En la unidad de la fe cristiana”. Ahora sí que me rompiste los esquemas.

Quedo de ti.