Esos hombres y esas mujeres

Autor: Padre Alejandro Cortés González-Báez  

 

 

Copio la conversación telefónica, entre el Coronel José Moscardó Ituarte en el interior del Alcázar, con su hijo Luis y el Jefe de las Milicias Rojas, desde el Palacio de la Diputación Provincial, Toledo, España, el 23 de julio de 1936.
El Jefe de Milicias: Son ustedes los responsables de las matanzas y crímenes que están ocurriendo. Le exijo que rinda el Alcázar en un plazo de diez minutos, y de no hacerlo así fusilaré a su hijo Luis, que le tengo aquí en mi poder.
El Coronel Moscardó: Lo creo.
El Jefe de Milicias: Para que vea que es verdad, ahora se pone su hijo al teléfono.
Luis Moscardó: ¡Papá!
El Coronel Moscardó: ¿Qué hay, hijo?
Luis Moscardó: Nada. Que dicen que me van a fusilar, si no rindes el Alcázar.
El Coronel Moscardó: Pues encomienda tu alma a Dios, da un grito de ¡Viva España! y muere como un patriota.
Luis Moscardó: Un beso muy fuerte papá.
El Coronel Moscardó: Un beso muy fuerte, hijo mío.
Luis Moscardó: (Dirigiéndose al Jefe de milicias): Puede ahorrarse el plazo que me ha dado. Puesto que el Alcázar no se rendirá jamás.
Independientemente de la interpretación histórica que se pueda hacer de lo ocurrido durante la Guerra Civil Española, creo que éste es uno de los innumerables ejemplos -que podemos descubrir en el mundo entero- como consecuencia de la formación de auténticos hombres y mujeres que han sido educados con virtudes y principios.
Me parece digno de mencionar que en la anécdota arriba citada aparecen padre e hijo como protagonistas de un acto heroico. Pero no se hace mención de la esposa del general quien seguramente no se encontraría cerca de ninguno de ellos.
En la Grecia antigua, un embajador persa le preguntó a la esposa del espartano Leónidas: ¿Por qué en su país se trataba con tanta consideración a las mujeres? A lo que ella respondió: “Sólo ellas saben hacer hombres”.
Creo que es esta última frase la que nos puede llevar a descubrir a la madre de Luis Moscardó.
Carlos Fisas en uno de sus textos escribió una idea tan simple como llena de contenido cuando nos habla de las “encantadoras e indispensables mujeres”.
Pero, (desafortunadamente aquí cabe un “pero”) ¿qué se puede esperar de los niños de hoy tan consentidos por sus mamás, mujeres sin paciencia y sin autoridad, que les cumplen todos sus caprichos?
Arriesgar la vida hasta perderla por ideales nobles vale la pena. Morir por no poder pagar deudas del narcotráfico -como tristemente lo vemos a diario- no tiene justificación. Pero pasar por este mundo sin ideales y amorfamente es vivir en el vacío. Es aquí donde las mujeres siguen siendo imprescindibles.