No basta con que lo sepas

Autor: Padre Alejandro Cortés González-Báez  

 

 

Hace no sé cuánto tiempo me llamó la atención esta frase: “No basta con que lo sepas”. Me parece una idea sumamente lograda; un círculo perfecto; apabullante; sin desperdicio; plena…, tanto, que en muchísimos casos no admite discusión.

Hay tantos errores en nuestras vidas. Hay tantas consecuencias lastimosas en los terrenos amorosos. Hay tantos errores en la educación de los hijos. Hay tantos vicios que están consumiendo vidas que podrían haberse mantenido limpias y sanas. Hay tantas familias destruidas. Hay tantos corazones lacerados. Hay tantos negocios fracasados. Hay tantas amistades perdidas. Hay tantos accidentes que podrían haberse evitado. Hay tantas tumbas ocupadas por las imprudencias de desconocidos. Hay tantos cerebros a medio ocupar por falta de estudio. Hay tantos infelices en el infierno por no haber acudido a la misericordia divina cuando aún estaban a tiempo. Hay tantos matrimonios derrumbados por culpa del orgullo. Hay tantos ladrones que podrían ser honrados. Hay tantos sicarios que podrían haber sido útiles a la sociedad. Hay tanto olvido de Dios. Hay tantas culpas en las autoridades que podrían haberse evitado, actuando con fortaleza y oportunidad. Hay tantos gordos que deberían bajar de peso. Hay tantas parejas de novios que viven como si ya estuvieran casados. Hay tantas jovencitas que se están echando a perder por seguir los modelos de sus “amigas”. Hay tantos pecados de omisión en el historial de cada uno de nosotros… por lo que queda patente que no bastó con que lo hayamos sabido, pues saber que nuestras acciones -y omisiones- puedan tener consecuencias negativas no basta para evitar que éstas sucedan.

Las acciones del ser humano requieren coherencia con unos principios que deben estar engranados con la naturaleza -con nuestra naturaleza racional- para poder superar los impulsos de nuestros instintos. No basta con que lo sepas, se aplica, también, a los daños que trae consigo el dejar que pase el tiempo eludiendo las exigencias de nuestros compromisos personales.

Son muchos jóvenes que rechazan los consejos de sus padres afirmando: “Sí, eso ya lo sé”. Pero también los adultos cometemos equivocaciones, pues a veces pensamos que los años nos dan licencia para ir en contra de la experiencia y del sentido común.

Cada vez que nos lamentamos diciendo: “Sabía que esto podía pasar”, lo que estamos evidenciando no es nuestra ignorancia, sino una insensatez, que con frecuencia va acompañada de imprudencia y, en el peor de los casos, de inmadurez. Ojalá las canas nos hicieran sabios y no solamente más viejos.

Si ya sabes todo esto, y no vives como debes hacerlo, entonces… no basta con que lo sepas.