Querido 2010

Autor: Padre Alejandro Cortés González-Báez  

 

 

Muchas gracias por entregarte del todo. Supongo que estarás de acuerdo conmigo en que los seres humanos solemos comportarnos de formas desconcertantes. La experiencia nos demuestra que donde entra el factor humano las cosas suelen complicarse.
No me atrevo a reclamarte nada, pues tú has cumplido con lo que te tocaba. Cada día ofrece las mismas 24 horas al vicario y al sicario. Tú nos diste 365 de esos días llenos de oportunidades para hacer lo correcto… y ya ves.
Me llama la atención, por poner un ejemplo, cómo hay gente que sufre de incontinencia mental y todo lo que les pasa por la mente lo mandan al amplificador de sonido sin pasarlo por los filtros de la prudencia. ¡Que Dios nos mantenga lejos de ellos!
Por otra parte, vemos que en "algo" está fallando la educación familiar pues es frecuente que cuando los hijos llegan a la adolescencia se enfrentan a sus padres, se emborrachan y, en algunos casos, llevan una vida lujuriosa a pesar de que saben que eso está mal, pero pareciera no importarles. Los papás no saben navegar a sus hijos adolecentes. Hay señoras que no les tienen miedo a sus hijos…, sino pavor.
Las jovencitas son como hermosas flores, pero a veces las encontramos manchadas del estiércol de un ambiente social que no se distingue por sus buenas costumbres. ¡Qué pena dan, sobre todo cuando hacen lo que hacen completamente alcoholizadas! En estos casos el futuro no se presenta muy halagador.
Ojalá siguiéramos ejemplos como los de un Winston Churchill del cual un amigo suyo dijo: El día que conoces a Winston descubres todos sus defectos, pero te puedes pasar toda la vida descubriendo sus virtudes.
Tú sabes que hay tres fantasmas que se pueden meter con facilidad en nuestras casas: El pesimismo, el espíritu crítico y el egoísmo. Los cuales son amiguísimos de la envidia.
Cuánto tiempo perdemos envidiando lo que tienen los demás, en vez de trabajar por un crecimiento individual que nos enriquezca como personas. Y aquí cabe muy bien una definición del ser humano que nos proponía Juan Pablo II: El hombre es un ser para los demás. Quizás más que una definición debería haber escrito descripción, pero de cualquier forma es una idea con gran profundidad y sumamente positiva y propositiva.
La mercadotecnia se ha dedicado a fabricar felicidades y venderlas afirmando que casi las regala, sin embargo, suele venderlas demasiado caras. Lo que comienza con placeres muchas veces termina colapsando vidas que podrían haber sido maravillosas.
Menos mal que en el horizonte de este panorama sombrío se descubren las luces de un amanecer prometedor de gente pensante que tiene deseos de iluminar nuestro paisaje con ideas frescas y positivas, avalando todo ello con su ejemplo. Ahora bien, la frescura de esas ideas no les viene de su novedad, pues son conceptos perennes. Los valores y las virtudes que han de renovar nuestras sociedades se han vivido durante muchos siglos.
Ahora, más que nunca, el resultado depende de nosotros.