Quiero a mi mamá

Autor: Padre Alejandro Cortés González-Báez  

 

 

Hace poco, al inaugurarse la Décima Sexta Semana Nacional de Información de Alcohólicos Anónimos, aparecieron en los medios datos importantes del crecimiento del alcoholismo en nuestro país. El subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Mauricio Hernández, refirió que, según la Quinta Encuesta Nacional de Adicciones, la cifra de dependientes o consumidores excesivos de alcohol equivale a un hombre de cada 10 y una mujer de cada 50. Como una consecuencia de ello reporta, además, que el Instituto Mexicano del Seguro Social atiende semanalmente cerca de mil casos de intoxicación etílica.
También afirmó que, si bien entre los adultos el consumo de alcohol resulta mayor en el hombre, es importante destacar que se observa un incremento significativo en mujeres de las nuevas generaciones. Cerca de cuatro millones de personas consumen alcohol en México, práctica que hoy constituye la principal adicción sobre todo entre los 18 y 29 años de edad.
Hernández alertó que cada vez se reduce más la edad de inicio en el consumo de bebidas alcohólicas, en tanto entre las mujeres mayores de 10 años el porcentaje alcanza el 14,8 por ciento y entre los niños 15,3.
De acuerdo con reportes médicos, el alcoholismo se asocia a la aparición de diversas enfermedades, además de graves problemas sociales como crímenes y violencia intrafamiliar y la producción de accidentes.
María Elena Medina, directora del Instituto Nacional de Psiquiatría, precisó que 41 por ciento de las personas que en México cumplen condenas en prisión cometieron un delito bajo los efectos de sustancias etílicas.
Agregó que en el tema de las adicciones resulta importante trabajar desde la propia detección de los individuos, de las personas en riesgo. No se trata de esperar a que las cosas pasen, sino que debemos avanzar, sobre todo, en el tema de la prevención.
Por otra parte, me resulta muy significativo el relato de un miembro de la Cruz Roja quien ha atendido a innumerables personas alcoholizadas. Quisiera referirme en concreto a dos casos aislados de jovencitas de 18 años aproximadamente, a quienes, dentro de su más dramática y peligrosa inconsciencia, lo único que se les podía entender era: “Quiero a mi mamá”.
Quizás a alguien le parezca curioso que unas chiquillas a las que horas antes no les hubiera gustado que sus madres las vieran emborracharse, dejaran clara la necesidad de sentirse seguras con la única persona en quien verdaderamente podían confiar. Me resulta evidente que el papel de la madre es insustituible.
Vale la pena el plantearnos cerrar filas en cuanto sociedad, pues el problema del alcoholismo no se confina exclusivamente a la familia, sino a los amigos de los padres y de los hijos con todas las consecuencias que esto puede provocar, pues cualquier persona en esas condiciones es potencialmente peligrosa dentro y fuera de la casa, tanto a pie como conduciendo un vehículo. Este es un tema para sentarnos a pensar, platicar y concretar.