Los bodrogos

Autor: Padre Alejandro Cortés González-Báez  

 

 

Hace ya muchos años un amigo me sacó de la ignorancia al explicarme que la diferencia entre los bodrogos y los pedrules es que los primeros no tienen específisis en el gamborido. Desde que resolví esta duda he podido dormir tranquilo.
Una de las ventajas del paso de los años es que las cosas se ven diferentes. Ayer cuando me vi en el espejo me dije: "Ya falta menos", y es que cuando era más joven no me veía tan viejo.
Es evidente que cuando llegamos al punto de inflexión en nuestras vidas, es decir, cuando dejamos de subir para empezar a bajar en asuntos como la memoria, la capacidad motriz, la vista, se abren otras áreas de oportunidad. Por eso, durante siglos en todos los pueblos se acudía al consejo de los ancianos aprovechando el tesoro de su experiencia.
Otra de las maravillas que nos ofrece el paso del tiempo es la oportunidad de acrecentar el número de amigos. Al pasar de los años las amistades se añejan como los vinos y aumentan su calidad.
Sin embargo, no por hacernos viejos crecemos en las virtudes. No somos árboles que sólo necesitan crecer para dar frutos. La madurez requiere del ejercicio de la voluntad para progresar y fortalecer los hábitos positivos, pues de lo contrario corremos el riesgo de centrarnos en nosotros mismos llenándonos de egoísmo y terminamos siendo necios y mañosos.
Otro asunto de importancia fundamental es el referente al libre albedrío. Conforme maduramos aprendemos que esta capacidad siempre va de la mano de la responsabilidad y, por lo mismo, nos resulta más evidente que los vicios nos quitan esa libertad que tanto desean los jóvenes. Por eso entendemos que las señoras víctimas de las ofertas y los hombres que no pueden dominar la pornografía lejos de ser señores son esclavos. Otro vicio muy común es el de la crítica. Conviene recordar que las mentes grandes hablan de ideas, las mentes promedio de eventos y las mentes pequeñas hablan de los demás.
"Lo que precisamente propone esta reflexión es mostrar cómo solamente la libertad que se somete a la verdad conduce a la persona humana a su verdadero bien. El bien de la persona es estar en la Verdad y hacer la Verdad". (Discurso de Juan Pablo II al Congreso de Teología Moral. Abril 1986).
Cuando somos conscientes de que nos queda menos vida aprendemos que los bodrogos y los pedrules no existen, al igual que muchas otras cosas que nos inquietaron en tiempos pasados, y recordamos que hay un Dios esperándonos para darnos la calificación final que nos dará entrada al cielo o al infierno dependiendo de cómo hayamos vivido.