Violencia dentro y fuera del hogar

Autor: Padre Alejandro Cortés González-Báez   

 

Henar L. Senovilla afirma que en el terreno familiar, el origen de la violencia en los niños pequeños puede surgir por la ausencia de un progenitor o la presencia de un padre o madre violentos. Esa situación puede generar un comportamiento agresivo en los chicos y llevarles a una conducta antisocial cuando son adolescentes. Además de eso, las tensiones matrimoniales, la situación socioeconómica o la mala organización del hogar, también pueden contribuir para que los niños tengan una conducta agresiva.
El “bullying” puede darse en cualquier tipo de colegio, público o privado, pero según algunos expertos, cuanto más grande es el centro escolar hay más riesgo de que se presenten los acosos. A esto hay que añadir la falta de control y vigilancia. En los pasillos debe haber siempre alguien, profesores o cuidadores, para atender e inspeccionar a los alumnos. Aparte de eso, el trato que se da a los alumnos es muy importante. La falta de respeto, la humillación, las amenazas o la exclusión entre personal docente y alumnos llevan a un clima de violencia y situaciones de agresión. El colegio no debe limitarse sólo a enseñar, pues debe funcionar como generador de comportamientos sociales.
Es evidente que son muchos los factores sociales y psicológicos que contribuyen a la intimidación, y entre ellos está una equivocada valoración del ser humano. Estamos sufriendo una sunámica falta de respeto, por lo cual urge fomentar una actitud positiva en la valoración de los demás. Esto es especialmente importante en la educación de los hijos, desde muy pequeños, para que puedan aprender a vivir en sociedad.
Cuando para mí, el hombre es un simple animal racional, es decir, cuando pierdo de vista su origen y su destino en Dios, no considero su dignidad con precisión y los demás terminan convirtiéndose en simples “estorbos”.
Bismarck decía que los cañones para la guerra hay que fundirlos en tiempos de paz. Hay que formar el carácter de los hijos cuando todavía son pequeños para que puedan hacer frente a las vicisitudes de la vida diaria, especialmente aquellas que se presentan en la vida matrimonial. El dominio del carácter para saber tratar a quienes no nos resultan simpáticos, sin dejarnos llevar por los gustos personales, es muy importante, pues tarde o temprano hemos de convivir con personas muy distintas a nosotros.
Cuando los políticos pierden de vista la dignidad del ser humano, sus esfuerzos suelen encaminarse a aumentar su poder personal en beneficio propio. Y lo mismo les puede pasar a los comerciantes quienes corren el peligro de ver a sus consumidores como animales de engorda. Y a los médicos convirtiendo su noble labor en simple comercio, etc.
Sólo sabiendo lo que en realidad somos podremos tratarnos con el debido respeto, haciendo que nuestra sociedad sea verdaderamente humana.