Las culpables televisoras

Autor: Padre Alejandro Cortés González-Báez   

 

 Ya son muchos los años que tenemos bajo sistemas educativos oficialmente laicos, aunque, para ser más claros, quizás deberíamos decir antirreligiosos. Además, por diversos problemas, no fáciles de solucionar, los padres de familia no están preparados para educar a sus hijos de acuerdo a un programa de valores y virtudes. Uno de los motivos es la falta de tiempo de convivencia familiar, pues cada día aumenta el número de mujeres quienes, a la par de sus esposos, tienen que trabajar fuera de sus casas.
Una consecuencia de la ausencia de los padres es el elevado número de horas que los hijos pasan frente a la televisión absorbiendo todo tipo de ideologías, entre las que no faltan los anti-valores.
Desde hace años, en Inglaterra cayeron en la cuenta del valor formativo que tiene la televisión, y se propusieron mejorar la calidad de sus contenidos.
Pero tal parece que, so-pretexto de la libertad de comunicación, nosotros estamos muy lejos de darnos cuenta del daño objetivo que han estado haciendo con las telenovelas, los programas de chismes, las series crimino-esotéricas, y otros programillas insustanciales que se supone son divertidos.
La programación actual está dirigida a un público barato, es decir a quienes prefieren que los entretengan sin tener que usar el cerebro.
Aquí se encuentra el "quid" del asunto: ¿Será que los consumidores exigen esos contenidos? o ¿será que las televisoras han creado esos telespectadores no pensantes?, o, para ser más precisos, deberíamos preguntarnos ¿qué tan grande es la culpa de Televisa y Tv Azteca en las preferencias del público?
Jamás se ha oído a algún productor que acepte la parte de culpa que tienen las televisoras en la degradación moral de nuestro pueblo, o, cuanto más, concluyen que quien no esté de acuerdo con lo que ellos producen, simplemente no los sintonicen.
Resulta lastimosa la postura de quienes pensando así, se desentienden del daño que, desde hace muchos años, han venido provocando a su país, y todo para enriquecerse cada día más.
Afortunadamente tenemos todo lo necesario para hacer televisión de calidad: Tecnología de punta, guionistas, imaginación, paisajes naturales, historia, cultura y tradiciones, buenos actores, directores y técnicos. Lo único que necesitamos es la buena voluntad para apostar a la aceptación del público, ayudando a educar sus gustos, a fin de elevar un nivel cultural que redundaría en los beneficios sociales que tanto necesitamos en estos tiempos de violencia e inestabilidad.
Parafraseando, podríamos afirmar que cada pueblo tiene la televisión que se merece. Si todos somos la sociedad y, por lo mismo, responsables de ella, quienes tienen la posibilidad de entrar a diario en los hogares a través de la pantalla chica deberían ayudar a mejorar el estado actual de las cosas con propuestas positivas, agradables y valiosas pues otros países ya nos demostraron que sí es posible.