Prepárate para lo peor

Autor: Padre Alejandro Cortés González-Báez   

 

En una ocasión visité unas instalaciones de Protección Civil y la persona que me hizo favor de atenderme, en cuanto llegué, me preguntó que si tenía inconveniente en prestarle las llaves de mi auto para que unos de los miembros del personal lo pudiera estacionar en sentido inverso a como yo lo hice, pues me estacioné de frente, y las normas de seguridad de las instituciones de emergencia exigen que todos los vehículos se estacionen de reversa, y así estar en condiciones de evacuar de forma inmediata y más segura.
Esta norma podrá parecer a muchos como una exageración, pero es de sentido común. Fíjese usted cuando pase frente a una estación de bomberos y verá que siempre cumplen con dicho protocolo. No faltarán quienes piensen que como no son miembros de estos grupos no hace falta actuar así en la vida ordinaria, pero recordemos cuántas veces hemos sabido de choques al salir en reversa, con prisa, o por estar distraídos pensando en X asunto.
Estar preparados para lo peor es una actitud que puede ayudarnos a enfrentar mejor eventualidades grandes y pequeñas. Tener un hijo con deficiencias físicas o mentales, recibir la noticia del accidente de un hijo, de la esposa o del marido que puede llevarlos hasta la muerte. Perder el trabajo sin culpa propia. Ser objeto de un secuestro, de un asalto o de una extorsión. Enfermarnos de algo grave, perder un avión, quedarnos parados en una carretera a muchos kilómetros de la población más cercana, son algunos asuntos que a todos, sí a todos, nos pueden suceder.
Nadie tiene la vida asegurada. ¡Para cobrar un seguro de vida es necesario morir! Y, como bien me decía un amigo, agente de seguros: Lo que no ha pasado en años, puede suceder en segundos. La vida nos puede cambiar de repente, y no siempre será porque nos sacamos el premio mayor de la lotería.
Tener en la casa y en el auto botiquines bien surtidos, extinguidores de fuego, o, en su defecto, algunas botellas con tres litros de agua, ropa adecuada para protegernos, como batas, guantes de trabajo, lentes de protección, y en nuestros celulares los números de emergencia: Bomberos, Cruz Roja, Policía, Protección Civil y de las compañías de seguros.
Aún más que los aspectos materiales es importante la actitud mental que tengamos ante las eventualidades, y parte de ello consiste en pensar con frecuencia que “hoy” me pueden dar una pésima noticia.
Para quienes tenemos la dicha de tener fe en Dios el asunto de más trascendencia es mantenernos en amistad con Él. Lo que en Teología se conoce como estar en gracia, pues de ello dependerá nuestra salvación o condenación eterna. Quienes viven en esa amistad -que es mucho más que una simple simpatía- hasta la misma muerte pierde su sentido negativo y, en consecuencia, se puede afrontar sin angustia.
Estar preparados para lo peor no significa ser pesimistas, sino prudentes, y si nos va bien… mejor que mejor: A disfrutarlo. Luego no digan que no se los dije.