¿Qué voy a hacer si de veras te quiero?

Autor: Padre Alejandro Cortés González-Báez   

 

Por principio todos tenemos la capacidad de amar, sin embrago, esta posibilidad no siempre la usamos como deberíamos. Es decir, no basta tener una enorme capacidad de amar, sino que hemos de aprender a usarla. De hecho, gran parte de los errores graves que cometemos los seres humanos se deben a 1) Enamorarnos de quien no debemos, y 2) Manifestar el amor de forma inconveniente.
Un padre de familia le decía a su hija: “Mira, admito que estés locamente enamorada, lo que no te acepto es que estés estúpidamente enamorada”. ¡Oh cuánto cuesta que el corazón le haga caso a la razón cuando aquel ya está encarrerado!
No es raro advertir cómo los padres de familia cometen un error de no pequeña importancia cuando al dar una orden y prohibir cualquier cosa, lo hacen anexando una amenaza de castigo o la promesa de premio, de forma tal que los pequeños cumplen los deseos de sus progenitores pensando en lo que aquello les va a reportar a si mismos, de tal forma que se les fomenta su egoísmo.
Por ello pienso que la educación más positiva habría de presentar a los menores propuestas como: “Si me traes un libro que dejé en mi escritorio me facilitarás lo que estoy haciendo, y me vas a dar una gran alegría”. Al actuar así, lo que fomentamos es que los niños hagan favores a los demás, no por las ventajas propias, sino por el gozo de demostrar el cariño que sienten a sus seres queridos, lo cual promete grandes beneficios cuando ellos lleguen al matrimonio. Sólo las personas que entienden el verdadero valor del servicio, pueden ser felices, pues gozan haciendo felices a quienes aman. Por el contrario, los egoístas sufren al no encontrar el cariño que, en cada momento están reclamando a todo el mundo.
Otro asunto en el que convendrá insistir en la educación estriba en ayudarles a comprender lo que García Márquez dice: “Sólo porque alguien no te ame como tú quieras, no significa que no te ame con todo su ser”, pues es fundamental que cuanto antes los pequeños entiendan que el amor que les tienen sus padres muchas veces no va de acuerdo a sus expectativas, pero es verdadero amor. Si conseguimos este objetivo podremos evitar gran parte de los sufrimientos de muchos niños y adolescentes quienes pueden interpretar la exigencia de sus padres como desamor, siendo que casi siempre es todo lo contrario.
Los recién nacidos son egoístas, pues sólo están en condiciones de recibir, no pueden dar, no saben dar, no pretender dar… habrán de aprender esto con el paso del tiempo en una sana convivencia -especialmente con sus hermanos-. Deberán enterarse de que existen otras personas, tan importantes como ellos, a los que habrán de servir.
Otro texto de García Márquez dice: “Te quiero no por quien eres, sino por quien soy cuando estoy contigo”, y es que el amor nos cambia, nos enriquece, nos hace salir de nosotros mismos para derramar nuestro ser en los demás, de forma que al amar crecemos.