La guerra de las hormonas

Autor: Padre Alejandro Cortés González-Báez   

 

Frecuentemente me encuentro con señoras que me platican sobre los disgustos que tiene con sus hijos e hijas adolescentes, sobre todo cuando las mamás también están padeciendo desajustes propios de edades problemáticas… Gran tema, sin duda, con el que se podrían escribir novelas de delirantes combates entre romanos y cartagineses, con sus furiosos elefantes, caballería e infantería de un lado, y otros con sus cuadrigas, catapultas y fuego, intentando sitiar y defender ciudades rodeadas por murallas muy altas de gruesas paredes fabricadas con orgullo, sentimientos inestables, cansancio, incomprensión y desesperación ¡Wow!
Es importante no perder de vista que junto al egoísmo culpable, suele aparecer una revolución hormonal que se acentúa por edades, embarazos, desajustes del organismo y otras causas del todo incomprensibles de varios colores pero, eso sí, casi siempre en tonos pastel.
En los adolescentes también solemos descubrir la incapacidad para comprender a sus padres. Sólo recuerdo el caso de un jovencito cuando hace años me dijo: Pobres de mis papás están pasando por la difícil etapa de mi adolescencia.
Para que los hombres pudiéramos comprender a las mujeres sería necesario entender qué son las hormonas. He aquí una explicación 100% científica: Las hormonas son unas hordas de billones de hormigas, avispas y cucarachas armadas con espadas, lanzas y antorchas que circulan por la sangre peleándose entre ellas y a las que el organismo combate arrojándoles enormes ollas de aceite hirviendo. Estas silenciosas batallas se llevan a cabo durante varios días de cada mes, pero es importante no perder de vista que tal proceso no depende de la voluntad de la dueña de ese sistema circulatorio y la corriente sanguínea que transita dentro de él.
Desafortunadamente son cada día más los papás que fomentan el egoísmo de los hijos a base de cumplirles sus caprichos para que dejen de molestar. Esta es la mejor forma de incubar problemas que terminarán siendo gigantescos y, por lo mismo, insuperables con el paso de los años.
Como en la práctica resulta imposible clarificar hasta dónde llega el coctel preparado de egoísmo mezclado con los hábitos negativos y los caprichos, y dónde comienzan los desajustes hormonales, será de más provecho colar esta mezcolanza con el beneficio de la duda, pues juzgar como culpables a quienes padecen esas tormentas puede ser una grave injusticia, y políticamente no se están facilitando las cosas para resolver los problemas.
Las normas para superar las crisis de entendimiento entre hombres y mujeres, entre padres e hijos, han de seguir el derrotero que marcan el respeto, la comprensión y el cariño; en ese orden, y una vez conseguido dicho entendimiento, quienes detentan la autoridad han de actuar con serena fortaleza.
Producir chispas en un ambiente de gasolina vaporizada suele traer consecuencias nefastas para todos. Cubrir con un paño mojado de agua fresca perfumada con cariño suele ser más prudente.