¿Amigos?
Dos catedráticos universitarios habían tenido como alumnos al hijo del otro. Uno
de ellos, aprobó a su alumno “en razón de su amistad con su padre” aunque el
muchacho no había estudiado lo necesario, a diferencia de su colega quien había
reprobado al hijo del primero por no saber la materia.
Después de leer dicho
artículo, mi buen amigos Manuel Yarto Viesca, me comentó que le había parecido
incorrecto el proceder de quien se comportó benignamente, pues está claro que
faltó a la justicia; y en un caso así la amistad entre los padres no debería
influir en la calificación del estudiante flojo. Me declaro a favor del criterio
de Manuel.
Escoger a los amigos es una de las decisiones más trascendentales
de nuestras vidas.. Mi querido Dr. Bernardo Coindreau dice: “Un amigo es quien
no te juzga, te comprende, y hace más fácil tu existencia. Es quien no te
domina, te libera, pero camina junto a ti, por si tus caídas te dolieran. Un
amigo es aquel que cree en ti, te respeta, y te escucha hablar de pequeñeces. Es
quien enaltece tus virtudes, y disimula al encontrar en ti defectos. Es aquel
que tiene la capacidad de comprenderte, aceptarte, quererte y tenerte siempre en
la mente. Un amigo es aquel que aumenta tu autoestima al admirarte, y pretende,
con su ejemplo, enriquecerte”.
Estoy de acuerdo con Bernardo, aunque me
atrevería a aclarar que la afirmación de no juzgar la entiendo como: no
recriminar amargamente lo negativo con deseo de molestar, pero considero que
tiene la obligación de hacérselos ver, en razón del empeño por ayudarlo a crecer
en las virtudes y luchar contra sus defectos, pues de no ser así se pasaría, de
amigo, a cómplice.
Respetar la libertad de quienes queremos sin alejarnos
mucho, es decir, saber apoyar las decisiones ajenas manteniéndonos a la
distancia oportuna para echar la mano en el momento preciso. Por otra parte,
¡qué agradable resulta platicar con ese otro yo! claro está: De pequeñeces, de
tonterías, de chistes a veces sin chiste. En fin, la amistad envuelve un
ambiente cálido que arropa el alma en las buenas y en las malas.
Pero,
también es cierto que la amistad no siempre es lo que parece. Decía un ilustre
personaje que “si quieres saber cuántos amigos tienes; haz que te metan en la
cárcel”.
La verdadera amistad exige perdonar los olvidos, los descuidos y, en
ocasiones, las groserías, y de todo ello hay que hablar; pues de lo contrario
puede fermentar en las almas y termina apestando. . . oliendo a traición,
produciendo crítica y desilusión. La sinceridad, la sencillez, y la confianza
son, pues, buenas amigas de la amistad.
Es cierto que, al igual que se puede
dar el amor a primera vista, podemos hallar buenas amistades frescas; pero como
pasa con los buenos vinos, las amistades añejas suelen ser las mejores, y
mantener una amistad que supere el paso de los años requiere de un cuidado
especial, con detalles de atención, con esfuerzo, y es aquí donde podemos
descubrir la causa del fallecimiento de muchos afectos. Un amigo es un tesoro
que debemos aprender a valorar… y disfrutar.