Padres desconocidos

Autor: Padre Alejandro Cortés González-Báez   

 

Hay dos películas tituladas: Camino a la perdición y En busca de la felicidad. Ambas tratan el tema de la convivencia y ejemplo de dos papás a sus hijos, en los dos casos los cuatro son varones. Como sus nombres lo indican, dichos filmes son completamente opuestos. Pienso que serían un material estupendo para algún ciclo de cineclub donde se traten temas familiares.

Ahora bien, la realidad en que nos movemos ofrece una gama enorme de relaciones paterno-filiales donde aparecen todas las posibilidades imaginables. Gracias a Dios, no faltan padres que día a día saben ganarse la confianza de sus hijos, influyendo en ellos para prepararlos a dar lo mejor de sí y llegar a ser gente de provecho; personas acostumbradas a servir a los demás. Claro está que para ello se requiere que el papá tenga bien claro que su primera obligación es hacer feliz a su esposa. En alguna tienda vendían unas tablas donde se podía leer: “El mejor regalo que les puedes hacer a tus hijos es amar mucho a tu mujer”.

Pero desafortunadamente son también frecuentes los casos de hijos -de todas las edades- que si escribieran lo que saben de sus papás les bastarían con veinte renglones. A veces cuando se les pregunta a algunos niños en qué trabajan sus papás responden: en una fábrica. Pero no saben si son el dueño, el gerente, un jefe de línea o el mensajero. (Nota: Entendiendo que todos estos trabajos son igualmente dignos).

Dentro de esta problemática podemos encontrar casos tan desgarradores como los de quienes fueron producto de una violación, así también quienes fueron concebidos por una relación a la ligera o los hijos de aquellos que huyeron después de haberlos engendrado. Desafortunadamente los casos más frecuentes son los de aquellos que no han recibido un trato normal y cariñoso por parte de sus padres, pues éstos suelen estar demasiado ocupados en sus trabajos y mil asuntos más, pero no en sus familias.

Para saber quién soy yo, requiero saber quiénes son mis padres; pues en todos los aspectos somos parte de ellos, como ellos de nosotros.

Ahora, cuando tanto se habla de autoestima, nos conviene recordar que los años más importantes en la formación de la personalidad son los primeros siete. Por lo mismo, la convivencia de los padres con sus hijos al inicio de la vida es como la plataforma de la seguridad de los pequeños, plataforma que servirá para construir, en algunos casos, auténticos rascacielos, es decir, personalidades de líderes, auténticos gigantes que puedan arrastrar detrás de sí a muchos otros.

Podemos concluir la importancia de que los hijos crezcan conociendo a quienes le dieron la vida, pues si alguien quiere dejar huella en su paso por la Tierra lo primero que deberá hacer es darse a conocer a sus hijos.