SAIPE
Autor: Padre Alejandro Cortés González-Báez
El siguiente texto está copiado íntegramente de un correo
electrónico que me envió un buen amigo:
Síndrome de Atención Inexistente
Provocado por la Edad.
Usualmente estas son sus manifestaciones: Me estoy
tomando una Coca fría, así que decido lavar el auto. Al ir a la cochera, veo que
hay correo en la mesita de la entrada. Reviso las cartas antes de lavar el auto;
dejo las llaves del auto en la mesita, voy a tirar los sobres vacíos y la
propaganda en el bote de basura y me doy cuenta que está lleno.
Decido dejar
las cartas (entre las que hay una factura) en la mesita y sacar la bolsa de
basura. Entonces pienso que, ya que voy afuera, puedo pagar la factura con un
cheque, pues el banco está a 50 metros de mi casa.
Saco del portafolios la
chequera y veo que ya no me queda ni un solo cheque. Voy al escritorio a buscar
otra chequera y encuentro sobre la mesa la Coca que me estaba tomando y se me
había olvidado. Saco la lata para que no se vaya a derramar sobre los papeles y
me doy cuenta que se está calentando, por lo que decido llevarla al refri.
Al
ir hacia la cocina me fijo que el jarrón, con flores en la cómoda de la entrada,
está sin agua. Dejo la Coca sobre la cómoda y descubro los anteojos para ver de
cerca que estuve buscando toda la mañana. Decido llevarlos a mi escritorio y,
después, poner agua a las flores. Llevo los anteojos al escritorio, lleno una
jarra de agua en la cocina y, de repente, veo el control remoto del televisor.
Alguien lo olvidó en la mesa de la cocina...
Me acuerdo que anoche lo
estuvimos buscando como tontos... Decido llevarlo al cuarto de la tele, donde
debe estar, en cuanto ponga el agua a las flores. Echo un poquito de agua a las
flores y la mayor parte se me derrama por el suelo, por lo tanto, vuelvo a la
cocina, dejo el control remoto sobre la mesa y agarro unos trapos viejos para
secar el agua.
Voy primero al baño y luego, en el pasillo, me detengo
tratando de acordarme qué es lo que quería hacer con estos mugrosos trapos
hediondos.
Al final de la tarde el auto sigue sin lavar, no pagué la factura,
el bote de basura está lleno, hay una lata de coca caliente en la cómoda, las
flores siguen sin agua, permanece un solo cheque en blanco en mi chequera, no
encuentro el méndigo control remoto de la tele ni mis anteojos para ver de
cerca, hay una fea mancha en el parquet de la entrada y no tengo ni somera idea
de dónde están las llaves del coche.
¡Ah!... y traigo un trapo apestoso en
la mano.
Me quedo pensando cómo puede ser que, sin haber logrado nada en toda
la tarde, haya estado ocupado todo el tiempo… y esté tan cansado.