Amor y fidelidad
Autor: Padre Alejandro Cortés González-Báez
A veces funcionamos como si la realidad solamente fuera el dinero
que tenemos, o que nos hace falta, perdiendo de vista que lo único
verdaderamente real y útil es el amor. Si a un ser humano le quitas
el dinero te queda un pobre; pero si le quitas la capacidad de
amar, no queda nada. Ese ser humano simplemente desaparece,
aunque respire, coma y trabaje. Es un fantasma; una sombra.
En la medida en que vamos disminuyendo nuestra capacidad de
amar vamos reduciendo nuestro universo hasta que quepa en un
espacio tan pequeño como nuestro cráneo. En sentido contrario,
resulta reconfortante descubrir la capacidad que tenemos de re-
estrenar el amor.
La ciencia del amor es muy distinta de las técnicas para conquistar
a alguien, pues un conquistador de corazones puede ser un patán
vanidoso y egoísta, en cambio el enamorado es aquella persona
que está dispuesta al sacrificio constante en beneficio del ser
amado.
Mantenerse enamorado puede ser difícil, especialmente en
determinados momentos, incluso, durante largas temporadas.
Por otra parte, es normal que no siempre tengamos la suficiente
paz y buen humor para escuchar y atender a los demás, pero
incluso esos momentos grises tendremos que exigirnos más
pidiéndoles a los otros que nos tengan paciencia para poder
proponer un espacio de tiempo y así establecer la comunicación
necesaria.
El amor auténtico exige la fidelidad, sobre todo en ambientes
donde esta virtud no se valora como lo que es: algo positivo, y se
le califica como una debilidad, propia de quien no es capaz de
atreverse a hacer “lo que todos hacen”.
La lealtad al cónyuge, a la familia, y a los propios principios
demuestra la calidad de la persona, sobre todo porque las
oportunidades para faltar a los compromisos que exigen el
noviazgo y el matrimonio abundan en todas partes.
Casi siempre las infidelidades comienzan por pequeñas
imprudencias que abren rendijas por las que se cuelan
sentimientos sutiles que pueden convertirse en telarañas. (Nota: el
hilo de una telaraña es más fuerte que los alambres de acero del
mismo calibre). La historia de los rompimientos matrimoniales está
llena de ejemplos en estos temas. Los actuales medios de
comunicación personal están aumentando los problemas
matrimoniales y, como es lógico, la culpa no depende del modelo
de celular o computadora que se use, sino de la calidad de las
personas que los usan.
La tecnología ha cambiado en los últimos años, pero esta
problemática no es nueva. La traición es tan antigua como la
humanidad misma.
Hace años, cuando se abrieron las primeras escuelas de artes
marciales en nuestro país, recuerdo que un profesor de karate
decía que esta disciplina debe tener muy en cuenta la condición
física, pues lo primero que hay que hacer ante un posible combate
es salir corriendo. Pues pienso que este sabio consejo es aplicable
a las tentaciones de infidelidad. De esta forma se pueden evitar
muchas torpezas de esas que traen graves y crueles
consecuencias.