Crucifijos molestos
Autor: Padre Alejandro Cortés González-Báez
En enero del 2014, el juez Luis María Rizzi, integrante del Tribunal
Oral Criminal Nº 3 de la capital federal de Argentina, respondió al
intento de la Asociación Pensamiento Penal y de la Asociación por
los Derechos Civiles que se enfocaron en una campaña nacional
destinada al retiro de los símbolos religiosos (principalmente
Crucifijos) de las salas de audiencias de los tribunales, invocando la
neutralidad religiosa del Estado. He aquí su respuesta.
Doctor Mario Juliano, presidente de Pensamiento Penal:
Acuso recibo de su nota, y mi respuesta a su pretensión es la
siguiente: No voy a descolgar ninguna Cruz, porque creo en Dios y
porque soy católico. Porque tengo reverencia por la Cruz de Cristo,
el inocente crucificado por los hombres y el más inocente de los
condenados, que representa, además, la fe mayoritaria y la
identidad de nuestro pueblo. Porque la Cruz no ofende a nadie, sea
o no creyente, ni nadie puede sentirse agredido, inquieto, molesto
y menos discriminado por su presencia. Porque contrariamente a lo
que ustedes suponen o creen, la presencia de la Cruz es símbolo de
piedad, de consuelo y de misericordia; es símbolo de que quienes
se desempeñan frente a ella, tienen temor de Dios, y por ello
mismo, inspiran más confianza en que actuarán de acuerdo a la
justicia y a la verdad, con buena voluntad y con la máxima
imparcialidad. Porque finalmente, la libertad religiosa que ustedes
dicen pregonar y defender, es precisamente de quienes quieran
hacerlo, cuelguen, lleven o exhiban la Cruz, y no para que nos
obliguen a quitarla, ocultarla o disimularla.
Soy consciente no obstante, de que ustedes están embarcados en
una triste misión en la que muy probablemente lograrán los fines
que los desvelan. Tal vez porque la Cruz es incompatible con este
mundo en el que se confunde el bien con el mal, en el que se
privilegian supuestos derechos de la mujer a costa del derecho a la
vida de los niños; en el que imperan la deslealtad, la mentira, la
corrupción; en el que ya no interesa la protección de la familia y de
la infancia, y se las supone independientes de la protección del
matrimonio.
En fin, la Cruz parece no tener más lugar en una nación desolada,
ciega y sorda a las leyes eternas que no son de hoy ni de ayer, que
huye de la Verdad y de la Belleza, y que se empeña en ignorar y
abandonar a Cristo. Pero Cristo no nos abandonará, aun cuando
repudien y quiten su Cruz. (Hasta aquí su carta).
Como queda claro, el principio del que parte la argumentación del
juez Rizzi es declararse desde un principio como creyente católico,
de forma simple y clara. Así todo lo demás encaja armónicamente.
Considero que su actitud es simplemente coherente. Pero me
resulta muy llamativo que esta postura no se manifieste en la
mayoría de quienes ocupan puestos de relevancia en todos los
ámbitos. Muchas cosas cambiarían para bien si artistas, políticos,
deportistas, formadores de opinión y muchos padres de familia,
defendieran su fe con la misma valentía.