Inocencia en peligro

Autor: Padre Alejandro Cortés González-Báez

 

 

Sin estar seguro de su origen, pues me llegó a través del correo electrónico, copio algunos textos de cartas escritas a Dios en una parroquia. Los autores son niños de 5 a 7 años.

-Querido Dios, en vez de permitir que las personas se mueran y tener que hacer otras nuevas, ¿por qué mejor no te quedas con las que tienes ahora? Juanita

-Querido Dios, Tú, que todo lo puedes, ¿por qué no sacas del mundo las legumbres y las cebollas? Si lo haces, te prometo no volver a pelear con mi hermanito. Marta

-Querido Dios, si miras hacia mí en la Iglesia este domingo, te voy a enseñar mis zapatos nuevos. Miguel

-Querido Dios, ¿no puedes decirle al Ángel de mi Guarda que espante los mosquitos mientras duermo? ¡A mí no me hace caso! Billy

-Querido Dios, leí que Tomás Edison hizo la luz, pero en la Iglesia me enseñaron que fuiste Tú. A mí me parece que ese tipo te robó la idea. Atentamente, Nelson.

-Querido Dios, quizá Caín y Abel no se hubieran matado si cada uno hubiera tenido su propio cuarto. A mí me funciona bien así con mi hermano. Eduardo.

-Querido Dios, te pido que le pongas cabellos a la cabeza de mi abuelito. No me gusta que digan en la escuela que tiene cabeza de bola de billar. Marcos.

-Querido Dios, no me parece que alguien pudiera ser un mejor Dios que Tú. Bien, sólo quiero que sepas que no estoy diciendo esto porque eres Dios. Carlos.

-Querido Dios, yo pensaba que el color naranja no pegaba con el lila hasta que vi un atardecer, cuando se ponía el sol que hiciste el martes. ¡Fue espectacular! Eugenio.

-Querido Dios, ¿de verdad que Tú querías que así fuera la jirafa o fue un accidente? Norma.

-Querido Dios, ¿quién dibuja las líneas alrededor de los países? Nancy.

-Querido Dios, fui a un matrimonio y ellos se besaron dentro de la iglesia. ¿Hicieron pecado? Augusto.

-Querido Dios, llovió todo el tiempo durante nuestras vacaciones y mi papá quedó muy bravo. Él dijo algunas cosas sobre Ti que las personas no deberían decir, pero yo espero que Tú no lo castigues. Tu amigo (no puedo decir quién soy).

-Querido Dios, por favor, mándame un pony. Yo nunca te pedí nada antes. Puedes revisar tu computadora. Guillermo.

-Querido Dios, quiero ser igualito a mi papá cuando sea grande, pero no con tantos pelos en el cuerpo. Samuel.

-Querido Dios, pienso tanto en Ti de vez en cuando, aun cuando no estoy orando. Margarita

-Querido Dios, de todas las personas que trabajaban para Ti, prefiero a Abel y a Noé. Roberto.

-Querido Dios, seguro que es muy difícil para Ti amar a todas las personas en el mundo. En mi familia hay sólo cinco personas y nunca lo logro. Nury.

Al leer estos textos me indigno comprobando la gran cantidad de medios a través de los cuales estamos matando la inocencia de los menores. Caricaturas con violencia, sensualidad en los atuendos y desenfado en el lenguaje. Telenovelas donde el criterio es vivir como el personaje de la canción "Pancho López” (quien a los dos años hablaba inglés y mató a dos hombres a la edad de tres). Pornografía y pornofonía en programas y anuncios de radio, cine, televisión y en la calle. Clases de sexualidad en las escuelas donde ingenuamente se piensa que lo que hace falta es informar en vez de formar criterios sanos y virtudes, para tener la fortaleza que exige una vida recta y ordenada. (Virtud viene del latín: “virtus” que significa “fuerza”, y eso es lo que a muchos les hace falta). 

Antes se entendía que la perversidad era mala. Hoy tal parece que lo único malo y, por lo mismo, digno de desprecio y de burla es la ingenuidad y la inocencia. Desordenar las etapas naturales de la vida del ser humano es semejante a hornear un pastel antes de batir los ingredientes. Si no corregimos el curso acabaremos echando a perder este mundo maravilloso. ¿Les vamos a echar la culpa de esto también a los políticos? Este asunto se cocina en el hogar, no seamos… “ingenuos”.