Un poco de romanticismo

Autor: Padre Alejandro Cortés González-Báez

 

 

La prisa no es romántica. Sólo en el sosiego se puede saborear un “te quiero”. 

El tipo de vida al que nos hemos ido acostumbrando exige aceleración continua; por eso el amor está a la baja. La prisa por llegar a una reunión; por entregar un trabajo o arreglar un desperfecto, con frecuencia va en deterioro de la perfección personal y de la humana convivencia.

El hombre necesita tiempo para reposar, como los buenos vinos, y acrecentar su valía íntima, su cultura, su paz interior. No tenemos tiempo para lo que realmente nos hace personas, pues damos más valor a lo económico y a lo puramente exterior. Vivir es mucho más que pasar por este mundo para gastar 80 pares de zapatos. Necesitamos encontrarnos a nosotros mismos y, desde ahí, encontrar a los demás como otros “yo”. 

Un poco de romanticismo puede venir en nuestra ayuda, pues crea un ambiente afable. Es el contorno, que nos permite ver la mano de Dios en la creación, de la que formamos parte. El Papa Benedicto XVI en su reciente encíclica titulada “Dios es amor” afirma que “si el hombre pretendiera ser sólo espíritu y quisiera rechazar la carne como una herencia meramente animal, espíritu y cuerpo perderían su dignidad”. Esta forma de ver el amor nos permite descubrir al verdadero ser humano.

Un día, hace tiempo, amanecí cursi. ¿A usted nunca le ha pasado? Bueno, digamos medio romántico, apasionado, sentimental, tierno… o qué sé yo. Que conste que se puede ser muy romántico, y muy varonil. ¡Faltaba más!

A través de estas líneas quiero compartir, con quien desée salir de su afligida rutina, una pizca de mi poética naturaleza. Como aquel pensamiento que dice así: “Amo tánto la vida, que moriría por ella”. En otro momento, y sin saber por qué, mi pluma destiló el siguiente texto al que titulé: “Madrigal del media cuchara”. (1)




¿A qué hora sales mi chula
por el pan o las tortillas?
Decía un albañil poeta,
poniéndose de rodillas.

Me gustas más que un tamal; 
tú me cuadras demasiado.
Lo dice quien quiere ser
tu Chapulín Colorado

La ingrata no volteaba,
ni lo miraba siquiera,
pues se creía bonita 
y digna no pa’ cualquiera.

Yo haría cualquier cosa
buscando que tú me peles 
y escribo cosas bonitas
en cartones y papeles.

Soy un hombre valedor.
No me atoro ni me atasco.
Soy tan recio como un muro
construido con Apasco

Nos traen así las mujeres
cuando las quieres de veras:
trepados por las paredes,
y haciendo puras loqueras.

Con emoción le decía:
Escúchame hasta el final;
la mera neta te digo:
me gustas un madrigal.


Soy de la idea de que a todos nos conviene hacer este tipo de locuras: como escribir un poema absurdo o ponernos ropa informal e ir a tomarnos un helado mientras caminamos por la calle acompañando a un amigo para hacerle pasar un rato agradable. A veces hemos de estar dispuestos, incluso, a hacer el ridículo para alegrarles la vida a quienes pasan por una mala temporada haciéndolos reír un poco. Si no, la muerte nos puede sorprender en un mal momento… y moriríamos tristemente aburridos. 

Lo invito a sonreír…, aunque sea un poquito.



(1) “Media cuchara es el nombre con el que se designa a los albañiles que han superado en ínfimo nivel de ‘peón’ o ‘aprendiz’, pero que todavía no han alcanzado el grado de ‘maestro’.