¿Pobre ratón?

Autor: Padre Alejandro Cortés González-Báez

 

 

Cuenta una fábula que estaba un ratón mirando por un agujero de la pared cuando vio al granjero y a su esposa con un paquete entre sus manos, e inmediatamente trató de imaginar cual sería el tipo de comida habían comprado. Pero cuando lo abrieron quedó aterrorizado, pues era nada 
menos que una ratonera. Entonces se fue corriendo a la granja para advertir a todos: ¡Hay una ratonera dentro de la casa…; una ratonera dentro de la casa!
La gallina, que estaba cacareando mientras escarbaba, levantó la cabeza y dijo: “Discúlpeme Sr. Ratón, yo entiendo que es un gran problema para usted, pero a mí no me perjudica en nada y, para ser sincera, le diré que ni siquiera me incomoda”.
El ratón fue hasta donde estaba el borrego y le dijo: ¡Hay una ratonera en la casa! Pero éste le contestó: Perdóneme Sr. Ratón, mas no hay nada que yo pueda hacer, solamente pediré por usted. Quédese tranquilo, que será recordado en mis oraciones. El ratón se dirigió entonces a la 
vaca, y la vaca le respondió: Oye ratón, dime ¿acaso estoy yo en peligro? 
Pienso que no. Ese es tu problema. Entonces el ratón volvió a la casa, preocupado y abatido, sin poder quitarse de la mente la temible ratonera.
Aquella noche se oyó un agudo golpe, como el de una ratonera atrapando a su víctima. La esposa del granjero se apresuró para ver lo que había conseguido. En la oscuridad, ella no vio que la ratonera había apresado el cascabel de una víbora muy venenosa, la cual la mordió. El granjero 
la llevó inmediatamente al hospital del pueblo. Sin embargo ella volvió con fiebre alta. Todo el mundo sabe que para reconfortar a alguien no hay nada mejor que una nutritiva sopa. El granjero tomó su cuchillo y fue a buscar el ingrediente principal: la gallina. Como la mujer continuaba grave, los amigos y vecinos fueron a visitarla. Para atenderlos y darles de comer, el granjero mató al borrego. La mujer no mejoró y terminó muriendo. Para cubrir los gastos del funeral el granjero vendió la vaca en el rastro.
Moraleja: Cuando escuches que alguien tiene un problema y creas, que como no es tuyo, no te afecta…, mejor piénsalo dos veces.
En el momento histórico que nos está tocando vivir es importante que nos sintamos protagonistas y no espectadores; que nos percatemos de que si no somos parte de la solución somos parte del problema; que si no somos constructores de puentes y sólo nos dedicamos a criticar y a burlarnos unos de otros, terminaremos por hacernos daño a nosotros mismos. Las ironías y la crítica amarga dividen, y hoy más que nunca todos necesitamos aprender a ponernos de acuerdo.